El tendón rotuliano forma parte del aparato extensor de la rodilla. Aparece como una banda ancha de 3-5 mm de grosor que procede del polo inferior (vértice) de la rótula para insertarse en la tibia (tuberosidad tibial anterior). Es una estructura muy fuerte que transmite fuerzas de tracción muy elevadas, imprescindible para cualquier actividad deportiva que requiera carrera, salto, disparo de balón, o realizar sentadillas.
Síntomas
Se presenta como dolor en el tendón exacerbado al final del ejercicios, sobre todo en actividades de impacto, carrera o salto, también es doloroso al arrodillarse, con el uso de escaleras y al iniciar la marcha después de un tiempo en reposo. En algunos casos el tendón puede estar engrosado y se puede palpar una prominencia en su inserción.
Causas y factores de riesgo
La enfermedad del tendón rotuliano se asocia con la inestabilidad y la sobrecarga o uso excesivo, especialmente en los deportes de salto e impacto. Tanto es así, que es conocida como rodilla del saltador. Existe una degeneración de las fibras tendinosas (fibras de colágeno) por sobrecarga o roce. Entre el 30-50% de las lesiones deportivas afectan al tendón rotuliano.
Prevención
Es una lesión que tiende a cronificarse y aparecer con la vuelta al deporte tras periodos de descanso. Es necesario una pauta adecuada de ejercicios isométricos y excéntricos de cuádriceps con una carga controlada.
Diagnóstico
El diagnóstico fundamentalmente es clínico, y se basa en la historia clínica detallada del deportista, cuyo síntoma único suele ser el dolor en el tendón. Además el diagnóstico se complementa fundamentalmente con la información que aporta el estudio ecográfico, y la RM. Nos ayudan a valorar el estado y gravedad de la tendinopatía, descartar la presencia de roturas y presencia de signos inflamatorios.
Tratamiento
Cada paciente es único y es muy importante personalizar el tratamiento en cada caso. Como el resto de tendinopatías, el tratamiento inicial es conservador.
En una situación aguda se aplicará frio y medidas anti-inflamatorias.
Es necesario un programa de rehabilitación individualizado, con un plan de ejercicios dirigidos (entre ellos isométricos y excéntricos de cuádriceps).
En casos resistentes se valora el uso de otras técnicas terapéuticas junto con el ejercicio como son la Terapia con Ondas de Choque Extracorpóreas, y la realización de una pauta de infiltraciones de Factores de crecimiento derivados de plaquetas (PRP).
Si el tratamiento conservador fracasa tras realizarse de forma correcta durante mínimo 3-4 meses, puede indicarse la cirugía de forma individualizada según el agente casual en cada paciente.
Los profesionales que tratan esta patología son especialistas en cirugía ortopédica y traumatología, médicos rehabilitadores, fisioterapeutas y readaptadores deportivos.