Descripción general
Un punto gatillo miofascial (PGM) es un punto doloroso dentro de una banda tensa (zona contracturada dentro de un músculo. No se conoce la fisiopatología exactamente, pero parece estar en relación con una disfunción de la placa motora del músculo por liberación excesiva de acetilcolina por diferentes causas. La presión del PGM produce dolor local y en muchos casos referido a otras partes del cuerpo.
El síndrome de dolor miofascial (SDM) se define como el conjunto de signos y síntomas, sensoriales, autonómicos y motores provocados por uno o varios puntos gatillos (PG).
Así pues, un PGM en un músculo de la espalda puede producir dolor en otra parte de la espalda, en el tórax, en el abdomen, en un brazo, una pierna o en la cabeza.
Los PGMs se asocian frecuentemente con las Disfunciones Dolorosas Intervertebrales Menores (DDIMs) y se piensa que podría haber una relación causal entre los dos. Son también una de las causas más frecuentes de dolor de espalda
Causas
Hay factores físicos como la fatiga postural (especialmente en el caso de la espalda) o por contracciones repetidas, traumatismos. Los factores emocionales como el estrés, la ansiedad son también muy importantes. Hay otros factores como la alimentación o incluso problemas viscerales que pueden provocar puntos gatillo.
Como podemos ver, las causas de PGMs y de DDIMs son muy parecidas.
Síntomas
Los síntomas varían mucho dependiendo de dónde se encuentren los PGMs.
Pueden ser locales allí donde se encuentra en punto o referidos a otras zonas del cuerpo (espalda, tórax, abdomen, brazos, piernas o cabeza). Así producen patrones dolorosos reconocibles por el médico experto.
La restricción de la movilidad de una zona del cuerpo tanto por dolor como por rigidez también puede formar parte del cuadro clínico.
Así mismo, en algunos casos pueden aparecer otros síntomas como desequilibrio o mareo, zumbidos de oído, sudoración… aunque estos síntomas son sobre todo observacionales, sin que haya fuerte evidencia científica que los relacione.
Diagnóstico
El diagnóstico de los PGMs y del SDM es principalmente clínico mediante la anamnesis y una exploración clínica exhaustiva.
Por supuesto, en caso de duda se pueden pedir pruebas complementarias.
Tratamiento
Son de uso habitual la punción seca o la inyección de los PGMs con anestésico local u otras sustancias. Otras formas de tratamiento incluyen son los estiramientos postisométricos musculares o la presión isquemiante.
Con frecuencia, es necesario el tratamiento de las DDIMs (disfunciones dolorosas intervertebrales menores) asociadas a los PGMs, especialmente cuando estos no terminan de desaparecer con otros tratamientos.
El ejercicios físico, el control del estrés y la ansiedad, y la mejora de la calidad del sueño son factores importantes tanto para que no se produzcan PGMs, como para evitar que aparezcan de nuevo.